viernes, 1 de enero de 2016

Pauta de Observación de Estudiantes en Aula

Esta es una pauta de observación que pueden aplicar mientras realicen prácticas 

de observación de estudiantes durante sus horas de clases.


  • Criterios de Evaluación:
  1. Siempre: S
  2. Generalmente: G
  3. Ocasionalmente: O
  4. Casi nunca: CN
  5. Nunca: N

Actitudes/Conducta Día 1 Día 2 Día 3 Día 4 Día 5 Día 6 Día 7 Día 8 Día 9 Día 10 Día 11 Día 12 Día 13
1. Sigue indicaciones dadas.

























2. Uso adecuado de lenguaje.

























3. Motivación hacia la actividad.

























4. Interés por la asignatura.

























5. Demuestra esfuerzo.

























6. Rinde de acuerdo a sus capacidades.

























7. Autonomía (logra realizar actividades por sí solo).

























8. Respeta las reglas.

























9. Se relaciona adecuadamente con su profesora.

























10. Estado de ánimo positivo.

























11. Postura al sentarse.

























Pobladores y transición política a la democracia en Chile en la década de los 80` (Parte 2 y final)


Nueva constitución, otros pobladores

A pesar del buen momento que parecía tener la economía, la crisis económica de 1982, desató en el país un movimiento social que exigía poner fin al régimen militar. Tanto los Partido Políticos, los gremios de profesionales y los sindicatos, convocaron entre 1983 y 1986, a reiteradas Jornadas de Protesta Nacional, manifestación a la que se integraban distintos sectores que estaban sufriendo los estragos de la crisis. En estas Jornadas, los pobladores fueron unos de los principales protagonistas, superaron las directrices e intenciones de los dirigentes políticos para reafirmarse como actor social y para convertirse finalmente en la manifestación social más antagónica del régimen de Pinochet. Los pobladores se reorganizan buscando las vías para la democratización real.

Democratización y pobladores

En el IV Informe presentado por Taller de análisis de Movimientos Sociales y Coyuntura, titulado: “La democratización en la base: Movimiento Poblacional y Gobierno Local”, encontramos las bases para este apartado.
Entenderemos por “democratización” el proceso conjunto, que incluye tanto el formalismo mismo del acto electoral, como los procesos que lo suceden y que juntos configuran la apertura de los espacios sociales y políticos de participación. A saber:
1) Considerando que podríamos concebir el inicio de este proceso en el justo momento en que, luego del Golpe de Estado, los pobladores comienzan a reconstituirse como actor social importante y luego a generar estrategias organizacionales de subsistencia y solidaridad, el primer paso que debía realizarse para una democratización real, sería el reconocimiento de dichas dinámicas autónomas de organización.
2) En segundo lugar, está la ampliación de los espacios legítimos de participación, ya no estar recluidos a una marginalidad territorial, a espacios reducidos y ocupados ilegítimamente.
3) Pudo entenderse también este proceso como una posibilidad de mayor interlocución con la autoridad, a fin de generar reivindicación.
4) Finalmente, para que la democratización sea efectiva debía generar proyectos en que los sectores populares participen de los recursos sociales, políticos y económicos.
No olvidemos entonces que el empoderamiento del espacio local por parte de los pobladores, venía dándose desde abajo, y no podía ser obviado para dar paso a una democratización legal desde arriba.
Para los participantes del taller en estudio, justamente la democratización debía fluir por dos vertientes: la legal, constituida principalmente por las Juntas de Vecinos, y la de las organizaciones autónomas. A continuación expondremos el es una síntesis de los puntos más importantes con respecto al estado de estas dos aristas en lo que respecta a los movimientos de pobladores en la coyuntura plebiscitaria.

Organizaciones autónomas

Son organizaciones, como ya hemos dicho, que aún estando carentes de un marco legal funcionaron como la instancia inmediata de encuentro y participación de los pobladores para paliar sus necesidades. Existen, básicamente por dos razones: por voluntad popular soberana para que ello ocurra y por que en su mayoría se van viabilizando en la medida que logran satisfacer necesidades locales concretas. En general podemos decir que su importancia recae justamente aquí, en su trayectoria. “En 1975-76 emergen las primeras expresiones de organización social, principalmente en el mundo poblacional. Se trata de organizaciones impulsadas desde las iglesias y tendientes a paliar los efectos de la política económica a través de la asistencia y la solidaridad. También surgen instancias de denuncia de la represión y defensa de los derechos humanos. Al mismo tiempo se impulsó, también al alero de la iglesia, la realización de un trabajo artístico-cultural, espacio en el cual se van reuniendo nuevamente militantes, jóvenes, mujeres, artistas, etc., desarrollando lo que se ha llamado una función “simbólica” del quehacer político.” Sin embargo, sus capacidades para atraer a los mismos afectados, muchas veces fueron truncadas por la constante represión. Dentro de ellas entonces podemos distinguir en primer lugar, las relacionadas con la subsistencia, y luego aquellas orientadas a la reivindicación y la vida cultural-política.

Las primeras, son una instancia muy notoria de autogestión, resistencia y auto-educación de la población; ya que el Estado no asegura la subsistencia, los pobladores se reúnen para generarla. Una de las formas que adopta son las llamadas “ollas comunes”. Luego del período de protestas nacionales, y entrando en la época que nos atañe, Margarita Fernández en el informe del II Taller, explica que un elemento que se introduce con fuerza dentro de ellas, son los partidos políticos, principalmente, en los niveles de dirección, y su entrada significa tensiones, quiebres, y diferencias en torno a la orientación, lógicas de funcionamiento interno y objetivos de los grupos. Sin embargo destaca también un nuevo elemento que es más bien positivo: el vínculo que se estaba estableciendo con otras organizaciones populares, lo cual tendía a fortalecer a las coordinadoras sectoriales de organizaciones sociales existentes en algunas poblaciones. Con respecto al plebiscito, la autora señala que dichas organizaciones no sostienen una opinión compartida, esto principalmente por la confusión que generan los partidos políticos en las altas cúpulas de las organizaciones sectoriales, donde los proyectos partidistas ponían de manifiesto sus discusiones y proyectos. Los pobladores(as) que estaban optando por el NO, lo hacían mayormente por opción personal, que por consenso de las bases, y si lograban tomar alguna postura, se hacía en silencio. Otra forma que adoptan dichas organizaciones son los “talleres productivos”. Estas eran agrupaciones que apuntaban principalmente a la superación de la exclusión económica, a la creación formas de abastecimiento y de proyectos que les permitan una situación laboral digna. Fernández señala que “…han logrado un nivel de autogestión que incuba un proyecto; el jugar un rol en una economía popular, aportando aspectos ecológicos, culturales antisistémicos, sin encontrar aún representación en la sociedad.”. Sin embargo, lo que sí encuentran es el apoyo de algunas instituciones no gubernamentales que de alguna manera fueron supliendo (no sólo a los talleres) del soporte que no entrega el Estado. Con respecto al plebiscito, Francisca Márquez plantea que, si bien el tema genera conversación en los talleres, no hay homogeneidad en las opiniones justamente debido a que la prioridad de éste sector apunta a solucionar problemas económicos inmediatos y específicos. Para la autora, la riqueza de este sector lo constituye su aprendizaje. “Quizás lo más rico en los talleres productivos es que ejercen cotidianamente la democracia interna, y que la autogestión existe realmente, practican una democracia productiva, laboral.”
Nuevos actores sociales que surgen durante la década de 1980 en Chile son las mujeres y los jóvenes. En los años de protestas fueron una fuerza innovadora considerable y durante toda ésta época intentan involucrarse y hacer notar de alguna forma su descontento y su voluntad de participar. Las mujeres, que no habían estado presentes en la escena nacional desde la conquista del voto por haber subsumido sus proyectos al afiliarse a los partidos, comienzan a componer sus demandas en el período de dictadura. Otra expositora del II Taller, Adriana Muñoz, sostiene que las mujeres, en la coyuntura que estamos analizando, se encontraban, a razón de sus necesidades más urgentes, esparcidas en diversas organizaciones: las de subsistencia y derechos humanos, los partidos políticos, y en la vertiente feminista. La tensión entre ellas está dada por querer constituirse como movimiento y sin embargo topar con la heterogeneidad de intereses a la hora de organizarse. La coyuntura las encuentra en una situación en que les cuesta tomar la diversidad y volcarla a su favor para articularse de una manera inclusiva y favorable a todas. Es un momento en que buscan encauzar su fuerza en la territorialidad y en la ampliación de los espacios de poder, sin embargo, el alcance de los partidos políticos ha tendido a generar rupturas que, a contraposición de la necesidad de constitución de un movimiento, han generado que desde el ’86 en adelante el nivel de movilización de las mujeres vaya en un progresivo debilitamiento.
Las discusiones en torno al plebiscito, según la autora, al generarse internamente en los grupos de pobladoras, lo que generan es más bien, paralización, sin embargo, el deseo de no subsumir sus intereses es más fuerte.
En cuanto a los jóvenes, que también constituyeron una importante fracción del movimiento de las protestas, la coyuntura los sorprende en un momento en que, con respecto a los años 1983 a 1986, existen menos organizaciones, las que quedan tienen menos participantes y algunas de ellas han variado en sus objetivos. La esperanza de los jóvenes con cierta participación política claramente se desdibujó en el momento en que fracasó la fuerza de las protestas…por ende, mucho menos creen en lo que traerá el plebiscito. La situación de los jóvenes, según Eusebio Nájera estaba caracterizada por la poca claridad sobre su quehacer en el trabajo territorial y por el marcado sentimiento de exclusión. “Lo que caracteriza este tiempo en resumen, es una realidad juvenil debilitada, que ha sentido con mayor intensidad la derrota de las protestas y el distanciamiento de la política frente a sus problemas concretos, pero, que pese a todo, continua buscando un espacio para su desarrollo y creatividad.”
Ahora bien, considerando el estado de las expresiones de movimiento de los pobladores previamente a la coyuntura, debemos reconocer que, si bien, con respecto al periodo de las protestas, los pobladores pierden protagonismo en la escena nacional, no es porque hayan olvidado el aprendizaje forjado en los años de dictadura, sino porque a pesar de que éste es obtenido en la trayectoria de las organizaciones que los propios pobladores se han dado y configura sin duda el “nervio articulador del movimiento de pobladores”, no fue el punto de partida a la hora de la democratización.
Para los autores del IV Taller, ésta vertiente era de vital importancia, a partir de ella es que debía proyectarse la soberanía popular, que a través de ensayos y errores, la población venía forjando desde hace años. “Estas experiencias puntuales aportan principalmente el conocimiento de los mecanismos que harían posible la autogestión de las organizaciones en niveles mayores”. De este modo se entiende que el enriquecimiento logrado en las organizaciones autónomas no debía contraponerse a la institucionalidad dada a nivel local a través de las Juntas de Vecinos, sino que a la hora en que éstas ya no signifiquen una ‘camisa de fuerza’ para los pobladores, ambas modalidades puedan dialogar de mejor manera. “El cuadro óptimo sería que esa institucionalidad recogiera las propuestas que los propios pobladores hayan elaborado.”

Vía legal, JJ.VV

Las Juntas de Vecinos consideradas desde el gobierno de Frei Montalva como una vía legal de participación social, durante el régimen militar, fueron mantenidas en ese orden, pero bajo la dirección que imponía la reforma municipal de 1978-1979. Esta consistía en parte en que “La máxima autoridad es el Alcalde, quien tiene importantes y exclusivas atribuciones, y no existe gobierno colectivo. En cuanto a la participación de la comunidad se descarta toda acción política y partidaria, y se fomentan organizaciones netamente sociales.” Uno de los motivos que tienen que ver con que las Juntas de Vecinos hayan continuado a pesar de la presión que el régimen ejercía sobre los espacios participativos, es que estas organizaciones nacen y son controladas a partir del Estado, a través del Ministerio del Interior. Por lo tanto, las Juntas de Vecinos incluso le permitían mantener un mayor control del mundo de los ciudadanos. Además , estas organizaciones tienen una formación por Ley apolíticas, tiene paso solo para la participación social, ideal planteado por el régimen. En el fondo las Juntas de Vecinos mantienen la organización, la estructura, pero no tienen democracia interna real (decreto 349). De hecho, los Gobernadores son lo que escogía a los Dirigentes de las Juntas de Vecinos, reivindicación que los pobladores tienen también como bandera de lucha.
Con el amparo de la ley, el régimen incluso avalaba las Juntas de Vecinos y los Centro de Madres. Es por eso que los pobladores durante la década del 80’ pero dieron confianza en estas organizaciones comunitarias, por sus características de ‘antidemocráticas, oficialistas y de control ciudadano’.
Más, entre 1986-1987, referentes de pobladores, partido políticos, comités sin casa, grupos de vecinos, e instituciones de apoyo social, etc…, inician un proceso de recuperación de las JJ.VV. por medio de la derogación del decreto 349. Avanzaron en los municipios en que los alcaldes tenían un amplio sentido de participación, con la constitución de juntas de vecinos paralelas a las oficialistas.
“Después del triunfo popular y derrota del régimen en el plebiscito, aparece una tercera estrategia de recuperación democrática de Juntas de Vecinos”, esta es el cambio de dirigentes designados por elegidos, recuperando la sede y los bienes de ella con el reconocimiento legal pertinente.
La lucha por la recuperación de las JJ.VV se convirtió en la lucha por la democratización del gobierno comunal.

Miradas post-plebiscito

Finalmente los sectores populares en conjunto fueron, sin duda, determinantes para el triunfo del NO, en 1988. Sin embargo luego de éste acto, el carácter institucional de la democratización se agudizó y el énfasis de los debates a nivel nacional estaba puesto en el juego de poder entre los partidos políticos, en la búsqueda de candidatos, y programas que generen consenso, y por supuesto en los posibles ajustes a la Constitución, en resumen, la transición estaba siendo un espacio en que las cúpulas del poder disputaban el estrecho espacio de participación que ofrecía la legalidad vigente.
Los pobladores entonces, se encuentran mirando el proceso de transición con un cierto ‘compás de espera’, sin embargo, a pesar del retraso del esperado reconocimiento, no abandonan sus propias estrategias de subsistencia, producción y empoderamiento del espacio local. “La mirada crítica de los pobladores respecto de la transición arranca básicamente de la débil consideración de sus demandas de participación y de la escasa visibilidad respecto de una voluntad política que encare la resolución de sus principales problemas económicos y sociales.” La coyuntura política se va volviendo elitista y elástica a la vista de los pobladores. El hecho de que sus demandas no constituyan parte prioritaria en el proceso los confunde y provoca cierto sentimiento de frustración y desencanto.

A continuación presentaremos una síntesis de los puntos más importantes con respecto al estado de los movimientos de pobladores en la coyuntura plebiscitaria:
Los dirigentes de los pobladores (Comando Unitario de Pobladores), reconocieron que con respecto a su deber de representar a los pobladores, se habían visto superados, pues no lograron, en la práctica, convocar a los pobladores. Dicen en parte que la organización es demasiado burocrática y nombrar a este motivo como uno de los factores determinantes. Además la relación entre estrategia y táctica frente al plebiscito, no se había producido, en parte, porque en la formación de la organización, se integraron visiones muy heterogéneas, lo que impide que el movimiento siga una sola vía de manera consistente. Además, mencionan la falta de experiencia histórica como organización el principal factor de la falta de táctica para enfrentar la coyuntura que se les presentaba. Por todo lo antes mencionada, los dirigentes ven la solución en que cada una de las fuerzas que componen a la organización actúen de manera autónoma para generar política y acción según sus medios tácticos, y que después del plebiscito se rearticulen como un solo movimiento de pobladores, a lo que se debiera sumar, que en democracia se supone existiría un interlocutor válido para establecer sus demandas.

Conclusión

Con respecto a la investigación llevada a cabo en este trabajo, hemos podido adentrarnos en las dinámicas de organización de los pobladores durante la segunda mitad del s.XX, y el proceso de democratización paralelo a ello.
Los pobladores, siempre han estado presentes durante nuestra historia como república, pero tanto en la teoría como en la práctica, ha ido mutando en consecuencia del contexto en el que se encuentra.
Es así como a mitad del s.XX los “pobladores” no existían como concepto, sino como masa, dispersa. Ya en el gobierno de Frei Montalva, y a consecuencia de las evidentes carencias del mundo popular, este pasó de ser una masa heterogénea a se un mundo que compartía las mismas necesidades. Y fue así como lo entendió ese gobierno, intentando entregarles también las armas para poder participar de sus propias decisiones, aunque solo en el ámbito local. Los pobladores sin embargo, empezaron a agruparse en torno a sus demandas y se fueron conformando lentamente como un movimiento al que aquel gobierno no pudo responder pues no modificó sus estrategias económicas, y la integración de los pobladores fue solo de carácter social y no político, como era necesario que fuese para que su integración fuera real. En el gobierno de la Unidad Popular, se avanzó en cuanto a la democratización, más no fue lo suficiente, pues no generó formas alternativas de participación fuera de las Juntas de Vecinos que responden más bien a la participación local, empoderándola pero no integrándola a los procesos sociales. La participación se quedó en las bases, ampliando sus alcance (tomas de terreno, ollas comunes, organizaciones sindicales, comités de vivienda, salud, educación,etc…), pero tras el golpe militar, esta se repliega y es silenciada por la violencia ejercida por el régimen hacia los espacios de participación. El movimiento de pobladores entra en crisis, pero es apoyada por las organizaciones no gubernamentales. Ocurre un giro con la crisis económica de 1982, y los pobladores vuelven a reorganizarse, integrando más adelante las Jornadas de Protestas Nacionales, llegando a ser incluso, el principal protagonista de éstas, y principal antagonista del régimen. Aún así, mientras las cúpulas políticas pactaban la transición a la democracia, los pobladores estaban siendo pulverizados fruto de una mala dirigencia que no fue capaz de imponer sus demandas frente a la clase política, y que no pudo hacer valer el movimiento como un actor con participación política. Así su visión frente al tema fue ignorada y fueron postergados como movimiento social de la toma de decisiones hasta, supuestamente, la concreción de la transición, pero ya en democracia, fueron limitados y silenciados por la continuidad del mismo modelo económico neoliberal del régimen militar.

Pobladores y transición política a la democracia en Chile en la década de los 80` (Parte 1)


Introducción

Después del golpe de Estado de 1973 y con el comienzo de la dictadura militar, el ‘poder popular’, que durante tres años había estado vinculado a la política convencional y al Estado, se volcó necesariamente hacia su origen, hacia las bases. Y en este proceso fue forjando caminos diversos e inéditos, en relación a las características de las necesidades locales. Podemos ver entonces cómo los pobladores urbanos de nuestro país se organizan en torno a ollas comunes, ferias libres, comités de Derechos Humanos, talleres culturales, escuelas populares e iniciativas de resistencia local, entre otros. Estas prácticas comunitarias constituyeron múltiples formas de empoderamiento y fortalecimiento del espacio y del poder local, de forma que ya no es sólo el tradicional centro de la ciudad el que da cuenta de la resistencia de los pobladores, sino que se amplían los escenarios y la lucha puede estar en cualquier lugar: la población, la plaza, el barrio, etcétera, o ir rotando por ellos.
El 11 de mayo de 1983, se realiza la Primera Jornada de Protesta Popular en Santiago, y con ella se abre un período marcado por manifestaciones que se extienden hasta 1986, y en que diversos sectores de la sociedad chilena manifiestan su descontento. Observamos a los pobladores como actores relevantes evidenciando la pobreza real del país, a los estudiantes y profesores retomando sus organizaciones, a las mujeres y a los jóvenes innovando en los contenidos de la movilización y juntos todos generando instancias de reconocimiento y enriquecimiento recíproco. Sin duda son tiempos de importante aprendizaje.
Por otro lado, el régimen militar, en el mismo período se aboca a agudizar la represión masiva (las jornadas de protesta tuvieron costos altísimos en encarcelamientos y torturas) y a generar políticas que dividieran al movimiento opositor. Luego, cuando reconoció la falta de estrategia y el debilitamiento de la movilización social, anunció plebiscito para 1988, tal como lo establecía la Constitución del ’80.
El plebiscito, en vistas de la falta de una estrategia compartida por los movimientos sociales populares generó en ellos un tenso clima de exigencias y discusiones internas, y en el plano de lo cotidiano, acarreaba tanto expectativas de cambio como temores al presente represivo y al futuro incierto. Lo único claro, era que estaba en juego un cambio en la institucionalidad política, no había una propuesta de ruptura del sistema económico y social que estuviera necesariamente ligada al cambio. A todo esto se sumaba desde ya la desconfianza hacia el sistema electoral.
Si el régimen llegaba a su fin, se abrirían los espacios políticos, mas si no lo hacía, éstos se cerrarían, consolidándose así la dictadura y su sistema económico.
El movimiento popular entonces, se halla en una coyuntura compleja, en la que necesita acumular fuerzas para hacer pesar sus intereses trascendentales ante la posible transición y así modificar el carácter esencialmente institucional de ésta.
El carácter multidisciplinario y autónomo del pueblo que se hizo notar en las protestas de los ‘80, no era igual al del pueblo peticionista que previo a 1973 marchaba disciplinado y esperanzado en el ‘poder construido’. El primero a través de sus diversos modos de autogestión, y a pesar del dolor y la represión había logrado un aprendizaje propio. “En este sentido, la actitud elitista y excluyente que adoptaron los políticos e intelectuales que pactaron la llamada “transición a la democracia”, respondió a su viejo concepto de pueblo- masa, y no al que correspondía al pueblo-ciudadano que ahora tenían delante de ellos”. El siguiente trabajo, es un acercamiento a la sociedad popular urbana chilena de los últimos años de dictadura, cuando va poco a poco debilitándose la movilización en las calles y aparece una esperanza de cambio en torno al plebiscito de 1988. Para nuestro análisis, los protagonistas serán los pobladores, nos aproximaremos a conocer sus formas de organización y a través de ello, intentaremos allegarnos a sus miradas, a sus expectativas y a sus sentimientos, a fin de comprender qué rol jugaron en el complejo cuadro político social llamado “transición a la democracia”.

Pobladores: un concepto socio-político

Analizando el trabajo de Vicente Espinoza, “Para una Historia de los pobres de la Ciudad”, comenzamos a entender el proceso de formación de los pobladores y sus primeras formas de organizarse. En 1968, esos vuelven a formar parte de los debates parlamentarios, no por sus condiciones de vida y los métodos para mejorarla sino para ser considerada dentro del proceso de democratización de la sociedad, en tanto participante activo de ella. Se busca el método para regularizar esa participación en el ámbito social y político. La iniciativa la había tomado la Democracia Cristiana, mientras la Izquierda intentaba adecuar la situación a sus intereses y la Derecha se mostraba indiferente frente al planteamiento. Hay que considerar que los pobladores habían sido un grupo ignorado en el relato oficial histórico como actor social, a pesar de su constante presencia en la escena nacional. La iniciativa política de la Democracia Cristiana va muy de la mano con la 'Teoría de la Marginalidad', que exponía principalmente que la pobreza, la miseria que penetraba principalmente la ciudad generan en la población gran frustración que antes de que desemboque en violencia, es mejor encauzarla mediante una política reformista. El problema por lo tanto, es la marginalidad respecto a lo moderno. Aquello se traduce en que para el progreso, para la modernización, había que reformar las estructuras sociales, y una forma es ampliar el alcance de lo moderno de tal manera que llegue a los sectores marginales, en fin, crear una sociedad moderna, con integración y movilidad social.
La marginalidad incluía la falta de acceso a los beneficios o recursos económicos y la escasa o nula participación en las decisiones sociales, sin contribuir, por lo tanto, a la solución de problemas, incluso a aquellos que afectan a los mismos excluidos. La teoría de la marginalidad y su responsabilidad, fue asumida por el gobierno de Frei Montalva, quien asume la función de agente promotor, entregándoles beneficios a los pobladores, quienes, junto a los campesinos formaron la base popular de su gobierno (en vez del mundo sindical, como había sucedido en otras ocasiones gubernamentales). Ahora bien, era necesario modernizar las estructuras sociales, pero esta transformación necesitaba de una base económica en la cual apoyarse y de una voluntad política que impulsara el proceso, mas en ellas no hubo cambio, lo que desembocó en la frustración del proceso de integración en pleno. Las demandas de los pobladores se fueron viendo frustradas, y la no capacidad de generar una vía de desarrollo alternativa al capitalismo, ayudó a la intromisión de la izquierda en las poblaciones. Un ejemplo de lo anterior son la organización de 'comités sin casa', como una de las maneras en que se expresó la radicalización de las formas de lucha y movilización de los pobladores, y otro ejemplo más significativo fueron las tomas de terreno, estrategia utilizada en cantidad. Estas tácticas, que en fondo son para presionar al Estado, se mantuvieron aun en el gobierno de la Unidad Popular.
Frente a todo lo anterior, Vicente Espinoza se pregunta si los pobladores son marginales, a lo que agrega que en Chile el término 'marginal' se homologó con el término 'poblador'. “De esta manera, 'poblador' pasó a construirse casi en una categoría social del mismo nivel que 'obrero' o 'campesino'.” Luego de los datos analizados por el autor, llega a la conclusión de que “no se podía afirmar que, los marginales fueran campesinos inmigrantes, poco asimilados a la cultura urbana y con una posición ocupacional incierta.”
Pero, volviendo a la promulgación de la Ley de Juntas de Vecinos, Vicente Espinoza menciona: “Si bien se logró la promulgación de una Ley de Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias, ello no garantizó que las organizaciones acogidas encontraran una efectiva recepción por parte de la 'sociedad global'. En este sentido, el problema que se detecta es que la organización de los pobladores no garantiza por si sola la incorporación de los 'marginales' a los beneficios del sistema”. Para que exista una participación real de los marginales es necesario que la institucionalidad tradicional chilena los reconozca, y en cambio, como la base económica fue un factor que el gobierno de Frei Montalva no modificó en función del reconocimiento de las necesidades de los pobladores, entonces, cedió espacio a la izquierda para que trabajara entre los pobladores a través de los Comités sin Casa en las tomas de terreno, generándose así las formulaciones de un 'poder popular' donde el pueblo era gobierno. En cuanto a la participación misma de los pobladores, Vicente Espinoza reconoce una dinámica de causalidad entre la participación en las decisiones de la sociedad y el goce de los bienes producidos por ella. “Según esa relación de causalidad, se concebía como base de la situación de miseria de los pobladores, el carácter capitalista de la estructura económica. En este sentido, la población marginal o callampa es reconocida como expresión de la dinámica del capitalismo.”
En el caso de los pobladores, la superación de la situación de marginalidad tiene que ver con mejorar la matriz económica del problema, esto es, obtener la vivienda, aunque ello no se tradujera necesariamente en participación política propiamente tal. Es decir, la reivindicación de las materias básicas no tiene directa relación con la conciencia de clase a la que responde la participación activa. La transición entre la organización práctica generada por las necesidades contingentes y la concientización con ideología era el potencial de lucha de los pobladores y parecía asegurado por la participación de los comunistas en la organización del mundo poblacional, que planteaban la lucha ideológica que debían tener los pobladores frente a la burguesía, para lo que se intento involucrar a dirigentes pobladores en la formación orgánica del PC, siempre teniendo más capacidad de decisión política el partido.
En cuanto a la perspectiva socialista respecto de los pobladores y la Ley que se discutía en el parlamento, ellos la consideraban una propuesta fascista del gobierno. “La crítica se dirigía tanto al intento de establecer una categoría social nueva -los marginales- , diferenciada de los trabajadores, como a la estructura de control vecinal. Cabe recordar que el proyecto de ley establecía el control y super-vigilancia de la organización vecinal a través del Ministerio del Interior”. Aquí es cuando entran los conceptos de 'poder de masas' o 'poder popular', donde en la organización poblacional existe una correlación entre el conseguir satisfacer las necesidades básicas con la acción política en sí. Vicente Espinoza aclara que en la práctica “el planteamiento socialista de este tiempo llegó a ser una de las orientaciones que asumiría el sector poblacional durante el gobierno de la Unidad Popular”
Para la izquierda en general, los pobladores eran una novedad, puesto que, ya tenían estrategias para trabajar con sectores ocupacionales y con frentes, mas el 'poblador', por ser una categoría social nueva, los descolocaba, pues fue la DC quién rotuló a un gran sector popular dentro de aquella categoría, y planteó también su integración tanto en el ámbito social como en el político. En ese punto es que erró la izquierda en el sentido de que sólo se enfocó en la integración económica considerando principalmente a los 'pobladores' como 'pobres'. Y no como actores con necesidades sociales y políticas.
Mientras tanto la derecha, si bien se mostró favorable a la formación de organizaciones vecinales, las reducía sólo a su base y las excluía del área de la política, la idea era que la participación social y política se redujera al mínimo.
No obstante las diversas apreciaciones, “finalmente, el 7 de Agosto de 1968, la ley fue publicada en el Diario Oficial, cristalizando así una antigua aspiración de las organizaciones de pobladores: la de constituirse legalmente. La política siempre estuvo presente en la historia de los pobladores, ya que reclamaban integrarse a la toma de decisiones del sistema en que estaban inmersos, y luego de la publicación de la ley, las poblaciones empiezan a formar parte de la institucionalidad chilena como un movimiento social que amplió su espectro de incidencia.

Pobladores e instituciones no gubernamentales

Con respecto a las instituciones no estatales y su relación con los pobladores, y basándonos fundamentalmente en el documento de la FLACSO “Espacio y Poder: los pobladores”, podemos identificar que en período en que comienza la dictadura hay una reorientación de la política hacia los sectores populares incluidos los pobladores, lo que agrava aún más su situación de pobreza, desarticula la organización que antes tenía, y estrecha las posibilidades de levantar identidad y movilización popular. Con respecto a lo anterior es que las instituciones se levantan como una alternativa social de apoyo que desde un ámbito no estatal abren un espacio de debate (“denuncia”) y acción. Primero, de defensa de los derechos fundamentales de las personas y luego, de transformación social y política.
En el documento, escrito por Daniela Sánchez, se analiza el período dividiéndolo en tres etapas. En la primera etapa: 1973-1976, es la Iglesia la que responde rápidamente frente a la emergencia formando el Comité de Ayuda a los Refugiados (CONAR) y el Comité de Cooperación para Paz en Chile ( COPACHI). A partir de la iglesia es que nacen pequeños grupos de instituciones. Sus actividades responden a la situación creada por el quiebre de la institucionalidad. Su acción estaba supeditada al problema de la relación entre Estado e Iglesia, cuyo clímax ocurrió en 1975 cuando la COPACHI es clausurada.
También había un conjunto de instituciones de acción social fundadas entre 1950 y 1960, con apoyo anterior del Estado, que cuentan como 'obras sociales' orientadas a grupos específicos dentro de la población. Tienen una naturaleza más asistencial y presentan en su acción un menor impacto en el contexto nacional.
En un primer momento las 'nuevas instituciones' vuelcan su preocupación y ocupación a los 'hechos irregulares' que tenían que ver con pasar a llevar la 'dignidad de las personas', y al final del período, comienzan a estar entre las prioridades lo económico y social: 'hambre, cesantía y salud'. También se enfocan en la educación informal como 'área a trabajar en los sectores populares'. 'Se amplia la gama de problemas a enfrentar a distintos ámbitos de la vida nacional y, entre ellos, al sector poblacional.
En una segunda etapa desde 1976 a 1978, son las consecuencias económicas causadas por las medidas económicas de shock las que recaen fuertemente en los pobladores e inciden significativamente en el nuevo matiz que adquieren las actividades institucionales.
El panorama poblacional cambia con respecto a la atomización y desorganización imperantes en la etapa anterior porque surgen un conjunto de iniciativas de auto-subsistencia y ayuda reciproca que generan una red de organizaciones relativamente articuladas entre sí, red que empieza a contar con el apoyo cada vez más fuerte de las instituciones.
Las iniciativas más representativas de estas organizaciones son: los comedores populares, las bolsas de cesantes con sus talleres productivos y de servicios, los centros de apoyo escolar, bibliotecas y grupos juveniles, grupos de 'familiares de detenidos -desaparecidos' y comisiones de vivienda.
En 1976-1977, las organizaciones solidarias alcanzan una expansión en las diversas zonas de Santiago, y logran el punto más alto de participación, dentro del período estudiado. Eso se debe, por un lado, a la baja de la hostilidad represiva de las autoridades político administrativas, y por otro, por el respaldo eclesial.
Los pobladores sienten menos temor a participar en las organizaciones solidarias, pero esta mayor legitimidad hace que se pierda el sentido de denuncia y un cambio paulatino en la composición de sus integrantes.
Lo más importante respecto a estas instituciones es su aparición en el sector poblacional, lo que se conjuga con el auge de las instituciones solidarias y con el rol subsidiario que asume el Estado. Opera un cambio en la forma de concebir a los afectados: serán sectores sociales con bajos recursos económicos de poblaciones y campamentos, es decir, los pobladores. En el caso de los pobladores, las instituciones enfocan estas necesidades a partir del supuesto que el intento por abordarlas puede crear condiciones para generar organización popular.
Los problemas centrales abordados en este tiempo son: hambre, cesantía, salud, vivienda, educación, cultura y recreación, participación organización, con la represión y el temor del trasfondo. Más la fase final de la etapa, se observa que las instituciones cambian en su discurso el orden de prioridad de los problemas. Ahora lo central es la vivienda, la educación y la cultura.
Finalmente, las instituciones advierten que sus programas no dan a basto para palear las necesidades manifiestas de los pobladores organizados ante la 'no respuesta' del Estado.
Esa situación se interpreta como un estancamiento de las organizaciones solidarias en su dimensión de ayuda recíproca y de organización popular, crisis que culmina en 1978, con una re-lectura de los problemas a enfrentar por parte de las instituciones y de sus prioridades de acción.
En general, la acción institucional demuestra una mayor densidad de actividades en poblaciones , luego en campamentos y, en último lugar, se ramifica a zonas rurales cercanas a Santiago.
El conjunto de intenciones de las instituciones, está referido en combatir un modelo de desarrollo que obstaculiza una calidad de vida digna para los sectores populares y la lógica orientadora va hacia promover la organización popular en el área poblacional.
La tercera etapa (1978-1981) se abre con la consulta nacional de 1978, y se termina cuando los efectos del plebiscito de 1980 se dejan sentir en las organizaciones solidarias e instituciones de acción poblacional. Un relativo y efímero éxito económico, permite al régimen imponer un nuevo modelo político finiquitado con la Constitución de 1980. Lo anterior significa que se prolonga hasta 1989 el sistema político imperante y en virtud de las disposiciones transitorias, el ejecutivo tiene más poder que nunca. La organización solidaria, social, poblacional disminuye pero nacen nuevas formas organizativas, como los comités de abastecimiento, talleres poblacionales, equipos de salud, etc.

jueves, 31 de diciembre de 2015

La Educación Prohibida - Película Documental

La Educación Prohibida es una película documental que se propone cuestionar las lógicas de la escolarización moderna y la forma de entender la educación, visibilizando experiencias educativas diferentes, no convencionales que plantean la necesidad de un nuevo paradigma educativo.

La Educación Prohibida es un proyecto realizado por jóvenes que partieron desde la visión del quienes aprenden y se embarcaron en una investigación que cubre 8 países realizando entrevistas a más de 90 educadores de propuestas educativas alternativas. La película fue financiada colectivamente gracias a cientos de coproductores y tiene licencias libres que permiten y alientan su copia y reproducción.

La Educación Prohibida se propone alimentar y disparar un debate reflexión social acerca de las bases que sostienen la escuela, promoviendo el desarrollo de una educación integral centrada en el amor, el respeto, la libertad y el aprendizaje.


Del ENSEÑAR al APRENDER

Extraído de: "APRENDIZAJE ACTIVO, DIVERSIDAD E INCLUSIÓN. Enfoques, Metodologías y Recomendaciones para su implementación".
Oscar Jerez Y. Ediciones Universidad de Chile.

Centrado en la Enseñanza Categoría Centrado en el Aprendizaje
Desde la lógica disciplinar se definen los contenidos a ser presentados a los alumnos. ¿DESDE DÓNDE SE ESTABLECEN LOS OBJETIVOS Y CONTENIDOS DE LA FORMACIÓN? Desde los aprendizajes, que deben reflejar lo que el estudiante es capaz de demostrar por medio de evidencias al final del proceso.
Reproducir un repertorio de respuestas o un conjunto de conocimientos relevantes organizados en función de la lógica disciplinar con fidelidad. ¿CUÁL ES EL PROPÓSITO DE LA FORMACIÓN? Desarrollar competencias en los estudiantes, que le permitan movilizar conocimientos y habilidades adquiridas para dar respuesta a desafíos de su entorno personal, social y profesional.
El profesor ¿QUIÉN ES EL PRINCIPAL ACTOR DEL PROCESO? Los estudiantes.
De forma pasiva: escuchando y tomando notas, reproduciendo y ejecutando tareas acotadas. ¿CÓMO APRENDE EL ESTUDIANTE? En forma activa:adquiriendo, organizando y aplicando significativamente conocimientos, e involucrándose en actividades de aprendizaje que promueven la (re)elaboración de conocimientos y representaciones mentales personales, a partir de la interacción de los contenidos de aprendizaje desde sus conocimientos previos.
Experticia en contenido, uso de variadas estrategias en la presentación de información que el alumno debe adquirir y asegurando las condiciones para una buena reproducción. ¿CUÁL ES EL ROL DOCENTE? Guía y facilita el proceso de aprendizaje para el logro de competencias, utilizando estrategias que promueven procesos cognitivos involucrados en la construcción de conocimientos de calidad de los aprendices. Enseñar a aprender.
La evaluación es sumativa y estática. No considera la dimensión diagnóstica en el proceso o estado de aprendizaje del estudiante. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE LA EVALUACIÓN? Evaluación flexible y variada en función de alcanzar un estándar preestablecido, por medio de la toma de decisiones y ajustes sobre el proceso de aprendizaje.
Más bien de manera individualista, sin responsabilidad ni conocimiento del resto de la formación. ¿CÓMO SE RELACIONA EL DOCENTE EN SU ENTORNO EDUCATIVO? Equipo docente co-responsable para el logro del perfil de egreso y las variabilidades del proceso formativo.

Características del Buen Profesor - Mi opinión

  • Mencionar 3 características del buen profesor y señalar dónde lo vieron y/o en quién.
En primer lugar, considero que una buena característica de un profesor es ser un lider en su sala de clases y saber manejar y resolver conflictos que se puedan presentar. Esta característica la pude apreciar en mi profesora de psicología de 3ro Medio, ya que ella supo sacar adelante un conflicto que había en mi curso debido a “rivalidades” generadas a causa de que todas las alumnas procedíamos de distintos cursos y estábamos divididas según esos cursos, pero ella trabajó cada semana con nosotras hasta lograr que fuéramos un único grupo cohesionado y unido, abordando cada conflicto particular o general que se produjera.
Otra característica que debiese tener un profesor es amar lo que hace, amar enseñar y motivar a sus alumnos para que valoren su enseñanza, a pesar de que pueda ser un ramo que no sea del agrado de cada alumno. Recuerdo a una profesora de química de la enseñanza media que, aunque era una profesora poco agradable, enseñaba tan bien la materia de su ramo y se podía apreciar que amaba cada contenido que entregaba, que yo terminé amando ese ramo, hacía mis tareas con ganas y terminé siendo la mejor alumna del ramo por los 2 años que fue mi profe.
Y por último, otra característica que debería tener un profesor es la capacidad de establecer un buen vínculo, una buena relación con sus alumnos, apoyarlos en lo que sea necesario, incluso en temas que pueden ir más allá de lo que ocurre en el aula. Siempre me acuerdo de un profesor de Lenguaje de básica, que apoyo mucho a una compañera que tenía muchos problemas en su hogar y sé que no sólo lo hizo por ella, sino que con varios alumnos de diversas generaciones y es un profesor muy querido.

  • ¿Cómo se imaginan su desempeño como profesor?
Yo espero que en mi desempeño como profesora logre ser una docente capaz de entregar los contenidos de una manera que fomente el aprendizaje, la imaginación, la capacidad de fomentar el pensamiento crítico en mis futuros alumnos, el deseo de aprender, descubrir y explorar más allá del aula, el deseo de desarrollar sus sueños y luchar por ellos, formar niños y niñas que nunca pierdan la bondad, la curiosidad, el amor que pueden entregar a otras personas o seres vivos, formar buenas personas y buenos ciudadanos, que luchen por sus ideales y los defiendan, que tengan buenos valores, para aportar aunque sea un poco en mejorar este país y el mundo, el lugar donde viven. Ser una profesora que ellos valoren y que sepan que pueden contar conmigo bajo cualquier circunstancia.

  • Si tuvieras que representar tu desempeño como profesor en una acción concreta, ¿cuál sería esa acción y por qué?

Como dije anteriormente, me gustaría ser una profesora que mis alumnos sientan como un apoyo incondicional ante cualquier problema que pudieran enfrentar en sus vidas, por lo tanto, una acción concreta a esta idea de ser un apoyo en sus vidas, sería ser una especie de consejera en sus vidas, apoyarlos ante cualquier eventualidad, ganar su confianza y de ser posible, la confianza de su familia, que vean en mi a una aliada en su lucha por sacar a su hijo/a adelante, esto apoyándose también en el deseo que tengo de formar buenas personas.